Albergan algunos de los tesoros más preciados de la humanidad. Pero en sí mismos pueden ser considerados obras de arte por su espléndida -y en ocasiones polémica- arquitectura.
Museo d’Orsay, Francia
Situado sobre la margen izquierda del río Sena, este venerable museo de París fue inaugurado en 1986 en el espacio ocupado antiguamente por una estación de tren y un hotel. El diseño usa su encarnación previa con total efectividad. Las galerías se agrupan en torno a la gran nave y la luz entra a raudales a través del amplio techo de vidrio.
Guggenheim, España
El proyecto fue adjudicado al arquitecto canadiense-estadounidense Frank Gehry y el museo abrió sus puertas en octubre de 1997. El impresionante edificio está situado sobre el borde del río Nervión en el viejo corazón industrial de la ciudad.
Su estructura de vidrio y piedra caliza, revestida de ondas de titanio, fue una sensación inmediata. Uno de sus adeptos, el arquitecto Philip Johnson, lo alabó señalando que se trataba del "edificio más grandioso de nuestra era".
Museo Oscar Niemeyer, Brasil
El museo fue inaugurado entre 2002 y 2003 y apodado como "el ojo" 'porque parece un ojo humano gigante colocado sobre un pilar amarillo.
El legendario arquitecto brasileño que lo diseñó (y le dio su nombre) fue una figura clave en el movimiento moderno.
Museo Británico, Londres
El arquitecto Robert Smirke diseñó el núcleo del museo, inaugurado en 1852, en un estilo neoclásico.La gran entrada sur, con su impresionante frontón y pilares, se inspiró en la antigua Grecia.
En 2000, Foster y Partners crearon un nuevo Gran Atrio que, con su espectacular techo de vidrio, transformó el patio interno del museo convirtiéndolo en el espacio cubierto más grande de Europa.
Museo Real de Ontario, Canadá
Este museo es el más grande de Canadá con más de seis millones de piezas en su colección. Adicionalmente a su edificio original y ampliaciones del siglo XX, se añadió el diseño de la nueva entrada a cargo del estudio Daniel Libeskind, inaugurada bajo el nombre de Cristal Michael Lee-Chin en 2007 y descrita por el museo como "un distintivo símbolo nuevo para Toronto en el siglo XXI". La compleja estructura prismática de vidrio y aluminio sobre un marco de acero tiene, sin embargo, sus detractores. En 2009 figuró en el puesto ocho en una lista de "los edificios más feos del mundo".
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